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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVAN(i-ELIO Por eso puede llamar al seguimiento y a la decisión comprome– tida. La pregunta de las gentes que contemplan el milagro sigue en pie: "¿Quién es este hombre?" Nadie puede soslayarla, tanto si es incrédulo como creyente, porque desde que Jesús aparece en la tierra, el hombre comienza a vivir un drama con repercusiones eternas; el drama de su postura frente a la vida y la palabra de Cristo que lo interpela y lo apremia a decidirse. Quinto domingo del tiempo ordinario (Me 1, 29-30) Jesús sana a la suegra de Pedro y a numerosos enfermos que acuden en busca de misericordia tangible y palpable. El milagro es todo un símbolo para expresar el seguimiento y la verdadera actitud del discípulo. Jesús toma de la mano a la enferma y la levanta, la fiebre desaparece y ella presta los servicios de la hospi– talidad. Al contacto con Jesús el creyente se levanta, es decir, se transforma interiormente para vivir en una actitud de humilde y fecundo servicio, como hace Jesús realizando los milagros. Una vez más se pone de relieve que el Reino anunciado por Jesús se encarna en la existencia cotidiana: el sembrador, el viñador, la sir– vienta, el comerciante, el pescador, la pareja de jóvenes que se unen en matrimonio. La expresión del poeta Eluard tiene pleno sentido evangélico: "Hay otro mundo, pero está dentro de éste". Jesús invita a entrar en el Reino "levantándose", lo que significa un cambio de vida total y radical. Mientras los hombres que le rodean aguardan una acción espectacular de Dios desde fuera, Jesús evoca las actividades de cada día, los hechos menudos y sin relieve, para que todos perciban que Dios se desliza en sus accio– nes más cotidianas. Frente al éxito externo y al entusiasmo de la gente, Jesús busca en la soledad de la oración, en el contacto intimo con el Padre, la fuerza necesaria para llevar a sus compa– triotas el mensaje divino de la salvación. He aquí la gran,lección 110

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