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COMENTARIOS RADIOFÓNICOS EN COPE-ASTORCrA Bautismo del Señor ( Me 1, 6b-11) En breves líneas describe el evangelista Marcos la presenta– ción en público de Jesús. Jesús recibe la alternativa de parte del Padre para convertirse en profeta de una feliz noticia: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco". Después de un largo silencio por parte de Dios, ahora comienza el tiempo esperado, el tiempo de la salvación definitiva. En Jesús de Nazaret ha llegado el Reino de Dios, y la llegada del Reino suscita un movimiento, exige una respuesta. Como la venida del Reino es definitiva, también la res– puesta del hombre ha de ser radical. La acción salvadora de Dios se revela en una actitud de profunda solidaridad con el pueblo pecador, así lo demuestran las circunstancias ambientales: el ras– garse de los cielos, la venida aparatosa del Espíritu, la voz divina. En algunas culturas antiguas la paloma significa la fuerza salva– dora de Dios que aletea y susurra sobre el hombre el espíritu de una vida nueva. El espíritu de Dios que planeaba sobre el caos pri– mitivo en los inicios de la creación para llenarlo de orden y de vida, interviene también aquí para llevar a cabo la nueva creación: en el bautismo de Jesús comienza una historia, la historia del nuevo orden cósmico. La fiesta del Bautismo del Señor resume todas las escenas de la infancia de Jesús: Navidad, adoración de los pastores y de los reyes magos. En Navidad "la luz brilla en las tinieblas"; el ángel lo presenta a los pastores como una "gran ale– gría para todo el pueblo"; los Reyes Magos le rinden pleitesía con tres presentes significativos: oro, incienso y mirra. Jesús es una luz que compromete, que exige cambios dolorosos en nuestra existencia. Nosotros, en vez de rendirnos ante ella, intentamos hacerle competencia oponiéndole nuestros pintorescos y ridículos farolillos de colores. Jesús es la alegría porque viene a traernos una felicidad que traspasa todos los horizontes terrenos. Pero nos– otros preferimos saborear nuestras desvaídas y egoístas alegrías humanas. Jesús es el don por excelencia, pero nosotros estamos 105

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