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REFLEXIONES DOMINICALES SOBRE EL EVANCrELIO cia e indica cómo hemos de responder a la proclamación del Nuevo Reino. La frase que compendia toda la actividad del Bautista es ésta: "entre vosotros está aquél a quien vosotros no conocéis". Conocer a los demás, conocer otras cosas es noticia, cultura, puede ser curiosidad. Pero conocer a Cristo es vida, es poseer la clave de nuestro destino. Para conocer a Cristo no basta el estudio o la lectura del evangelio; se requiere una decisión per– sonal y existencial ante su mensaje y su persona, que el Bautista resume de esta manera: "Convertíos, rectificad el camino del Señor". En nuestra época, cuando la sociedad y los individuos padecen tanta incertidumbre y tantas luchas vertiginosas, es nece– sario que Jesús nos enseñe. Acertadas son las frases escritas por Marc Oraison: "En un tiempo en el cual las mitologías se mani– fiestan como lo que son, utopías y quimeras, en un tiempo en el que el hombre se encuentra enfrentado, como nunca jamás lo ha estado, con el rechazo fatal del fracaso y de la muerte, no es de extrañar que "la idea de Cristo le vuelva a desafiar". Es verdad, muchos tienen su nombre en la boca constantemente, pero no lo conocen. Jesús anda suelto en medio de nosotros, pero los hom– bres siguen alegres y confiados su camino como si nada pasara. Muchos se consideran muy religiosos, porque realizan diaria– mente ciertos ritos y hasta de cuando en cuando se desprenden de unos "euros" en limosnas para tranquilizar su conciencia, pero en sus vidas no aceptan a Jesús como el promotor de un cambio radi– cal en las relaciones interhumanas, en el ejercicio del poder, en la proyección de la justicia y del amor. ¿Qué hacemos nosotros para conocer mejor a Jesús? La lectura del evangelio es muy parecida a la contemplación del firmamento por la noche. Cuanto más se contempla, más nuevas estrellas se descubren. 100

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