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un nombre luminoso que hacía referencia al destino que se le había anunciado. En efecto: Clara, santa Clara ha llenado los siglos con su mensaje de luz y sigue, después de 8 siglos con los mismos fulgores, gracias a la obra de sus hijas, las Clarisas, extendidas por el mundo en– tero. Los primeros años de la vida de Clara transcurren en un ambien– te de guerra y de inquietud. El feudalismo decadente sustentado por los nobles empezaba a dar paso a una nueva sociedad en que la nobleza ya no tenía la fuerza de los pasados siglos. La burguesía rica que ejercía el comercio y todo tipo de negocios empezaba a tener una gran preponde– rancia. Así había frecuentes enfrentamientos entre dichas clases socia– les. Corría el año 1200 cuando sucedió una guerra entre el pueblo o burgue– sía y los nobles de Asís. A estos les obligaron a refugiarse en Perusa. La familia de Clara tuvo que sufrir este destierro. Cuando vuelve a su castillo de Asís, Clara tiene unos doce años. Es una niña rubia, precio– sa y llena de virtudes. Había sido exquisitamente educada por su madre, Doña Hortolano, según su rango y condición. Ella fue siempre una niña muy inclinada a la piedad, a favorecer a los pobres y hacer el bien cuan– to podía. Era muy inteligente y aprendió perfectamente a leer y escri– bir, cosa completamente inusual entre las mujeres de la Edad Media. Su carácter reúne todas las cualidades de una persona amable y atrayente: es buena, comprensiva, llena de piedad, alegre y agradable con todos, serena y delicada a la vez que firme y fiel en sus propósitos referentes a su entrega a Dios y a su divina voluntad. Así cuando a su tiempo se le propuso el matrimonio, lo rehusó desde luego, pues tenía ya el proyecto de ser toda de Cristo, todo su corazón era de Él. Su madre se complacía al ver los progresos de su hija en todos los aspectos... 4
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