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cg; º = íl-0@@ □ @ @íl ~@(f@ □~@ Encontrándose Clara gravemente enferma, rec ibe la visita del Papa Inocencia IV, que la amaba como hija predi– lecta de la Iglesia. Le acompañan sus cardenales. "Entrando en el monasterio se dirige al lecho y acerca su mano a los labios de la enferma para que la bese. La toma ella con suma gratitud y pide besar con exqu isita reverencia el pie del Papa... Pide luego con rostro angel ical al Sumo Pontífice la remi– sión de t odos sus pecados, y él exclama: - iOjalá no tuviese yo más necesidad de perdón!. Y le impar– te con el benef icio de una t otal absolución la gracia de una bendi– ción amplís ima". "Clara, levantando los ojos al cielo, y juntas las manos hacia Dios dice con lágr imas a sus hermanas: - Hijas mías alabad al Señor, ya que Cr isto se ha dignado concederme hoy tales benef icios que cielo y tierra no se bastarían para pagarlos. Hoy he recibido al Altísimo y he merec ido ver a su Vicar io." El Papa estaba muy emoc ionado viendo a Clara en esta dis– posición, pues ya la tenía por santa, pero comprobando la paz, la alegría, la belleza de su rostro en esta última et apa de su vida, acabó de confirmarse en su persuasión. Se despidió de ella deján– do la muy consolada. En efecto, Clara se acercaba ya a la agonía. Ella había camina– do siempre por la senda del amor y ha llegado a muy altas cumbres. Sufre mucho, se siente cruc ificada con el Amado de su corazón, con el que siempre ha querido ident ificarse. Las hermanas la ro– dean llorosas y muy desconsoladas, pues sienten que la separación 27
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