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Santa Clara vivió su vida contemplativa siempre en unión con Cristo-Jesús en su sagrario de San Damián (pr imer santuario eucarístico de Italia). De día y de noche, acompañaba cuanto podía a su Amado Señor Sacramentado, y por eso se había podido decir, que su vida "parecía por completo celestial". Estando ya muy enferma no dejaba de pensar en Aquel que era el Centro de su espiritualidad: el "Espejo sin mancha", pa– ra admirar las grandes virtudes que resplandecen en Él: mirar al Espejo, en la pobreza del pesebre; en la humildad de sus trabajos por el Reino y en la inefable caridad de la Cruz: su Cr ist o "pobre y cruc ificado" En el pesebre: iCuánto amó al "Niño de Belén", al que S. Francisco había celebrado con tanta alegría! Y así se narra, que la última Navidad que pasó Santa Clara en la tierra (año 1252) tuvo una vis ión mística muy admirable, por la que el Papa Pío XII en 1958, la proclamó Patrona de la televis ión. Veamos la preciosa "Florecilla": La devotísima esposa de Cristo, Clara de hecho y de nom– bre, hallábase entonces retirada en San Damián, gravemente en– ferma, y no podía acudir a la iglesia con las demás hermanas a re– citar las Horas canónicas. Llegada la solemnidad de Nuestro Se– ñor Jesucristo bendito, en la que las hermanas solían acudir a Maiti nes y comulgar devotamente en la Misa de Navidad, la biena– venturada Clara, cuando se fueron todas a la solemnidad, quedó so la, enferma y con no poco desconsuelo porque no podía estar presente en tan devotas celebrac iones. 25
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