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Admiraba la belleza de la creación, los amaneceres dorados, las noches estrelladas, las montañas y valles de su tierra umbra... las flores de las praderas y los pájaros que llenaban el cielo de trinos. Todas las criaturas le hablaban de Dios y por todas le glorifi– caba ella, que era la "plantita" de Francisco, el cantor admirable de la creación: "Loado seas mi Señor por el hermano sol, y por todas las criaturas ...." "Tú eres la hermosura, Tú eres el gozo ... Tú eres la quietud y la paz... Tú eres caridad y amor, Tú eres sabiduría, Tú eres el Bien, todo Bien, sumo Bien, Señor Dios vivo y verdadero". Entre todas las criaturas es el hombre en el que más se ha centrado el amor de Dios. Él es su criatura predilecta, para salvar la cual dice el Evangelio que "tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único" (San Juan). Y así concluye viendo Santa Clara más claramente la obra de Dios y su supremo amor a los hombres, en éste mismo Cristo entre– gado en la Cruz y en la Eucaristía: la Cruz y la Eucaristía fueron los misterios que subyugaron a Santa Clara. Por eso se ha podido decir que fue su vida cristocéntrica y eucarística, que al fin es igual. 20
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