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2.- LA CARIDAD FRATERNA Santa Clara se desvivió siempre por las Hermanas. Fue diligentísima en la exhortación y cuidado espiritual de las Hermanas, manifestándose ante ellas con alegría constante. Nunca estaba alterada, si no con mucha mansedumbre y benevolen– cia las reprendía con amor. Era admirable la humildad, la afabilidad y la dulce paciencia con que las trataba, según el testimonio de las hermanas que convivieron con ella. Deseaba ver a todas con alegría y paz, pues "amaba a las Hermanas como a sí misma" y quería evitar en lo posible, que sintie– ran angustia, soledad o desamparo, pues consideraba que la tristeza y el desánimo eran tan perniciosos para las Hermanas que no quería que ninguna se sintiera bajo su influencia. Por eso, las animaba con estas palabras: " iAlegraos siempre en el Señor, hijas carísimas! Y no permi– táis que nuble vuestro corazón sombra alguna de tristeza". Y así se hallaba cercana a todas ellas para animarlas y conso– larlas en cualquier pena o amargura, pues: "Era ella la que confortan– do los corazones de las Hermanas, los reanimaba amorosamente con el antídoto de un consuelo ininterrumpido". Por otra parte, su vida estuvo sembrada de prodigios y mila– gros, también en favor de sus mismas hijas, como ellas mismas han testificado en el proceso de canonización. Así en una ocasión multiplicó el aceite, e igualmente multipli– có el pan; se mostraba con gran cariño y alegría al hacerlas cualquier servic io, como lavarles los pies, o cubrirlas por la noche en el lecho, visitándolas para que descansaran sin pasar frío. Ella misma las des– pertaba a media noche para el Oficio de Maitines, y también al ama– necer para la oración de la alabanza. 16

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