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Hemos visto los rasgos generales de la vida de oración y retiro de Clara en su conventito de San Damián. Vamos ahora a acercarnos un poco a ella en su situación concreta. Clara había estado breve tiempo con las benedicti– nas, pero como hemos dicho, no era aquella su vocación. Es verdad que Clara y sus primeras hermanas, vrvían con gran ale– gría en la pobreza y humildad que habían abrazado; pero tene– mos que reconocer que ella se vio precisad:1 a afrontar algo desconocido y nuevo en la Iglesia. Seguir a San Franc isco en femenino, no era tan fácil en aquella época, pues la mujer en clausura y en pobreza radical como lo exigía esta vocación, iba a tener muchos inconvenientes. Sin embargo, confiada en el Se– ñor, que la había llamado , se lanzó con un valor nada común, a llevarlo a cabo con toda diligencia. El Santo Evangelio había de ser la ncrma de su vida. Y seguir a Cristo pobre y crucificado, su ideal. Mas este seguimiento tendrá una dimensión esponsal. El Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, recordando este especial carisma de nuestra santa fundadora, nos decía a las clarisas en un importante mensaje: " ... Vosotras, queridas clarisas realizáis el seguimiento del Señor en una dimensión esponsal, renovando el misterio de la Virgen María, Esposa del Espíritu Santo- Mujer perfecta- .... Que la presencia de vuestros monasterios contemplativos sea también hoy "memoria del Corazón espo'?sal de la Igle– sia... " (Agosto, 2003) 11
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