BCCCAP00000000000000000000726

-familias enteras, torturadas hasta la muerte en el fuego horrible de los "crematorios" científicos, -mujeres honestas "deshonradas" por hombres sin · conciencia, -pobres mujeres que van a. la ciudad a trabajar y se les obliga a ser mercancía, No es justo preguntar: ¿Cómo permite Dios todo esto? Porque Dios rechaza enérgicamente todo esto y lo prohíbe tajantemente. El único culpable es el hombre que, usando depra– vadamente de su libertad, puede cometer las monstruo– sidades más atroces. Es un hecho histórico que no falla. El hombre pro– fano que se aparta de Dios se convierte en "esclavo de sus pasiones" y comete los pecados más vergonzo– sos. El cuadro moral del mundo pagano que nos pre– senta San Pablo no recarga las tintas negras. Podría comp[etarse con enunciados nuevos de nuestro siglo, como el terrorismo, la pornografía, la droga y otros. No en vano insiste oportunamente el Concilio en que para lograr la libertad verdadera hay que liberfl.rse totalmente de la cautividad de las pasiones. Quien ac– túa "bajo la presión de un ciego instinto" no puede considerarse sinceramente un hombre libre. El cristiano apuesta por la libertad con decisión y energía pero con un conocimiento lúcido de las difi– cultades, condicionamientos y riesgos que entraña su puesta en marcha. El hombre es libre por naturaleza pero pocos hombres consiguen la madurez personal de la !ibertad que exige grandes dosis de reflexión se– ria, de disciplina de los instintos y de control de sí 97

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz