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-las "covachas", cavadas en la tierra, que sugieren otro tipo de inquilinos, -los "galpones'' donde viven en peligrosa y vergon– zosa promiscuidad abuelos, hijos y nietos y qui– zá alguna otra familia pobre en "realquiler", -los "caserones abandonados" donde se refugian los que no tienen más que el sol y el cielo, -muchas casas "baratas" que no reúnen las condi– ciones elementales de separación, sanidad e hi– giene. Esta simple enumeración sirve para hacernos per– der el sueño si no estamos excesivamente amodorra– dos. Y hay que repetí rlo hasta que nos duela como una herida en carne viva: todos somos responsables por– que todos formamos parte de esa sociedad que margi– na a los débiles y a los pobres. ¿Qué hacer? Tirar piedras a la sociedad es con frecuencia una evasión cómoda. En la sociedad siem– pre habrá pobres. Los gobernantes no pueden solucio– nar todos los problemas pese a su voluntad de acierto. En plan práctico interesa saber qué hacemos nos– otros, en la medida de nuestras fuerzas, necesariamen– te limitadas. La evasión es sencillamente indecorosa. Y es evasión -el "desentendimiento" práctico de la cuestión pensando que no es cosa nuestra, -el silencio y la inhibición ante las campañas con– tra el hambre y la pobreza en todas sus formas, -e! "desprestigiar" las diversas formas de ayuda al necesitado, tachándolas de "remiendos" o "ta– pahuecos". Decir: "al pobre no le des pan, ensé– ñale a ganarlo" es olvidar que mientras no sepa 85

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