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La prohibición de "intervenir" en los asuntos tem– porales es reiterada y enérgica y no vale la excu– sa de ayudar al prójimo o a los familiares. En este sentido Francisco es tajante. -Las relaciones con los gobernantes y con los así llamados hoy "poderes temporales", "orden esta– blecido", etc., están inspiradas en el respeto, la cortesía y, en cierto original modo, la confianza. Y lo más curioso del caso es su llamada a la autori– dad para que colabore responsablemente en ma– terias que podríamos llamar "religiosas". Francis– co pide a los rectores de los pueblos manifesta– ciones públicas de religiosidad que encontrarían hoy exageradas -y desde luego fuera de su com– petencia- los mismos propugnadores de la "con– fesionalidad" del Estado: "Y tanto honor déis al Señor en el pueblo que se os ha confiado, que todas las tardes se anuncie por algún pregón o por otra señal fa hora en que se deben dar gracias al Señor omnipotente y cantarle alabanzas. Y si esto no hiciereis, sabed que habéis de dar cuenta delante de Nuestro Señor en el día del juicio. Los que guairden este escrito consigo y lo cumpi!ieren sepan que serán benditos del Se– ñor". (Avisos ... V; BAC, pág. 61) Como se ve, todo se reduce a unas cuantas lealta– des en el proyecto de vida franciscano. Y enseguida se impone una cuestión fundamental: ¿Es posible una renovación de dimensiones tan colosales dentro de un marco que algunos considerarán sumamente estrecho 70

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