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ta de realismo. ¿Cómo conciliar esta obediencia "cie– ga" -sometimiento de la voluntad y hasta del mismo juicio- con los derechos "irrenunciables" de la per– sona? El problema autoridad-obediencia afecta a valo– res tan prestigiados en el mundo de hoy como la liber– tad, la responsabilidad personal, el sentido crítico, la autonomía de la voluntad y la intimidad de la concien– cia. Nos hallamos, pues, ante una configuración nue– va de la obediencia que quiere hacerse paso en la vi– da. Es una visión original dinámica y pluralista cuyas notas más relevantes serían las siguientes, siempre de un modo aproximado: 1. Superiores y súbditos son "iguales" como perso– nas. La autoridad es una función que se ordena a la consecución del bien común y debe respe– tar, por lo mismo, los derechos inviolables de la persona. La igualdad personal es anterior a to– da función social dentro de la comunidad. 2. En un plano religioso, esta igualdad se traduce en la búsqueda conjunta de la voluntad de Dios y en las formas de expresión de la propia iden– tidad, en conformidad con los signos de los tiem– pos. El superior no impone coactivamente sus puntos de vista, sino que está abierto a las opi– niones y a las experiencias de los súbditos. El superior no puede monopolizar la verdad ni con– vertirse en intérprete exclusivo de la voluntad de Dios. 3. La obediencia auténtica no consiste en una dis– posición de conformarse alegre y prontamente a la voluntad del superior, sino que exige además 58'
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