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tar un tratado de teología tradicional o, simple– mente "echar un vistazo" a los catecismos al uso para que se le meta a uno por los ojos el :gran cambio efectuado. Las verdades de fe son las mismas, pero después del Concilio se nota un esfuerzo enorme de adap– tación, de plasticidad, de claridad para hacer más comprensible el mensaje al pueblo. Claro que se corre el peligro de convertir la teo– logía -rebajándola- en pura antropología, como ha sucedido en algunos ambientes. Pero hay que correr ese riesgo y las mismas desviaciones no desvirtúan la nobleza y el acierto del intento. -es más litúrgica: es el campo donde la renovación ha sido más visible y los cambios más notables externamente. La reforma litúrgica se ha ido abriendo camino progresivamente- no con la pri– sa que algunos esperaban- y está dando sus fru– tos: mayor participación del pueblo, formación de de la fe y de la conciencia cristiana, una adapta– ción mayor a las exigencias del pueblo fiel, etc. etc. Queda mucho por hacer pero hay que reconocer noblemente que la renovación marcha por buen cami– no. 56

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