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50 caneen un sentido más vivo de lo divino, tal des– mitificación es legítima, por supuesto. Pero si la piqueta "desmitificadora" derriba valores "inmuta– bles" o afecta a la pureza y fidelidad de la fe hay que rechazarla sin paliativos. -La pretensión de solucionar todos los problemas de injusticia y, sobre todo la salvación integral del hombre con base en una teología de la liberación tal como se entiende normalmente nos parece irreverente aparte de ser flojísima. El Papa ha di– cho enérgicamente que Cristo no ha predicado una tal liberación de un modo exclusivo ni prefe– rente. Cristo ha predicado insistentemente la libe– ración del pecado. -La violencia ha sido calificada por el Papa como una "intoxicación". La violencia es, no sólo infra– humana, sino directamente anticristiana. -La "contestación" contra la marcha, las decisio– nes, las opciones y la doctrina del magisterio es también una clase maligna de violencia. El Papa lamenta dolorosamente la crítica amarga y tosca contra la Iglesia por parte de sus hijos- Pero pres– cindiendo de estos argumentos venerables, la "contestación" violenta es un contrasentido hoy que se busca a todos los niveles la confrontación leal, el contraste de pareceres y el diálogo. -Quien se esfuerza por ver una contradicción entre la Iglesia-institución y la Iglesia-carisma no pasa de ser un caza fantasmas. La Iglesia institucional cuenta desde el principio con la devoción y el res– peto de los verdaderos carismáticos -¿quién más carismático que los santos que ella ha canoniza-

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