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tíficos y las bases mismas de formación del pensa– miento en virtud de dos descubrimientos sensaciona– les: el "espíritu científico" que modifica profundamen– te el ambiente y "/a técnica" que, con sus avances, es– tá .transformando la faz de la tierra. Después de verificar la certeza y profundidad de estos cambios no cabe la postura de "brazos cruza– dos" que admite o deplora pasivamente los nuevos derroteros del mundo. El cristiano -y mucho menos el religioso- no puede desentenderse de una situa– ción vital que condiciona la presencia y la virtualidad del mensaje cristiano. La postura más noble del cris– tiano es esforzarse por trabajar en este mundo concre– to para trazar con nitidez y acierto el camino que lleva a Dios. En este mundo diverso la misión permanente de la Iglesia -su deber insoslayable- es descubrir a fos hombres el "sentido de Dios" y dar a Tas genera– ciones venideras "razones para vivir y razones para es– perar". 41