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integradora el ejerc1c10 de las actividades temporales con los valores religiosos. Con esto queda aclarado el serio problema del "dinamismo secular". Cuando se trata de "opciones" temporales nadie debe comprometer a la Iglesia con una solución determinada y concreta. Puesto que, den– tro de la concepción cristiana de la vida, las opciones son libres al igual que las opiniones y no admiten ni la coacción ni el monopolio. El Concilio advierte enér– gicamente: "Entiendan todos que en tales casos a nadie le es– tá permitido reivindicar en exclusiva a favor de su pa– recer la autoridad de la Iglesia". 38