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deración más realista. Se ha llegado un poco tarde, pero afortunadamente antes de tener la batalla perdi– da. La ayuda que puede prestar la Iglesia al Mundo se funda básicamente en razones de orden espiritual, como es lógico. La Iglesia debe "descubrir" a los hom– bres de hoy lo que podríamos llamar "el sentido de Dios". Es una tarea de iluminación y de orientación -desde Dios- de todas las realidades temporales. Es una misión transcendente ya que busca siempre la ul– timidad, las razones últimas, el sentido total de -la propia existencia, -su actividad, -la libertad, -los derechos humanos, -la familia, -la muerte, -la eternidad. La Iglesia tiene la obligación de dar una orienta– ción religiosa a todas las situaciones humanas. Desde Dios tiene que rescatar la dignidad humana del ince– sante cambio de opiniones que, por ejemplo "depri– men excesivamente o exaltan sin moderación alguna el cuerpo humano". Y en esta dignidad se incluyen el respeto a la persona -aún antes de nacer-, el res– peto a la vida, a la conciencia, a la dignidad personal, a la libertad. La tarea concreta de la Iglesia es imbuir del espíritu evangélico el ser y el actuar de todos los hombres. La esfera de la Iglesia no es, pues, exclusivamen– te sobrenatural. Como sociedad visible debe estar dis– puesta a servir a los hombres en todo lo que afecta al espíritu y a las realidades temporales. Son energías 36

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