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evangelización, la pastoral y todos sus modos de pre– sencia en el mundo de un modo más realista. La pro~ gramación seria de una pastoral conjunta es inadmisi• ble hoy sin los datos de la estadística sobre población, asistencia a los actos religiosos, situación económica; social, cultural, religiosa, etc. Es un fenómeno curioso que se repite a lo largo de la historia. Los movimientos de transformación más profunda suelen nacer en el mundo: promoción de las clases humildes, promoción de la mujer y en general, la promoción de los derechos humanos a escala inter– nacional. Es una pena que los cristianos no tomen siempre la delantera, ya que, en el fondo, todos los mo– vimientos pujantes coinciden en la rehabilitación de ideas-fuerza contenidas en la letra, o, cuando me– nos, en el espíritu del Evangelio. Así ha sucedido con la igualdad, la fraternidad, la solidaridad. Nos hemos dado cuenta de su dinamismo y de su actualidad cuan– do los vemos en acción, cuando ya las habían "paten– tado" ideologías ajenas. La actitud de la Iglesia -desde la base al vérti– ce- no ha sido siempre suficientemente inteligente ante los hechos "nuevos". Pongamos como ejemplo el hecho más revolucionario de los tiempos modernos: los medios de comunicación social. Para un conocedor de los signos de los tiempos, estos medios van a de– cidir el futuro del mundo y, en parte, ya lo están ha– ciendo ahora. Sin embargo, no cabe duda de que en ciertos sectores eclesiásticos responsables, la primera actitud fue, si no de total rechazo, por lo menos de "frenazo". Por encimá de los valores positivos, se con– sideraba con temor, su capacidad para la inmorali-: dad. Menos mal que, al fin, se ha impuesto una consi- 35
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