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-la evolución de la vida social, -el sentido de adaptación a las realidades terres- tres, -la promoción de la comunidad humana en todos los órdenes, -la oposición, e, incluso, -la persecución. El mensaje cristiano va dirigido a unos hombres determinados, en unas circunstancias históricas muy concretas, con unos problemas que condicionan la vi– da espiritual misma. La Iglesia debe "dominar" el len– guaje que habla el pueblo y adaptarse plenamente a él. "Esta adaptación de la predicación de la p'alabra revelada debe mantenerse como ley de toda evangeli– zación". ( G. S. 44). Como es lógico, la adaptación al lenguaje del pue– blo no puede quedar en la periferia de las palabras, si– no que debe profundizar en los usos y costumbres, en los puntos que encuentran más sensibilizada la con– ciencia del hombre contemporáneo. Cristo conocía perfectamente la sicología de las masas de su tiempo y nos ha dejado páginas de una perfecta adaptación, re– curriendo permanentemente al uso de imágenes que convencían y conmovían al pueblo. Sus parábolas y alegorías eran imágenes plásticas que enseñaban más que mil discursos. Hablaba a los campesinos con imá– genes tomadas de la vida misma. ¿Cuándo vendrá el apóstol moderno que hable hoy a los hombres con imágenes vivas de la fábrica, de la oficina, del depor– te que puedan ser fácilmente comprendidas y asimila– das? Con las diversas aportaciones reseñadas y otras que se podrían añadir, la Iglesia puede organizar la 34
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