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siempre que haya un grupo de hombres que vivan el Evangelio con todas sus consecuencias. Porque inten– tar una vivencia mayoritaria, con garra, con heroísmo, con poder de arrastre del Evangelio es un sueño muy bello, pero ... utópico. La crítica de las estructuras es razonable en el fondo, a condición de que no sirva de excusa a la inhi– bición y al absentismo. Porque si esperamos a que las estructuras sean ideales nos pasaremos la vida brazo sobre brazo, sin haber hecho nada que valga la pena. Cierto que en nuestro mundo no se respetan los dere– chos humanos. Tampoco se respetan los derechos di– vinos. Pero ¿cuándo se respetaron unos y otros? No obstante, a lo largo de la historia, ha habido siempre hombres leales que han trabajado incansablemente en la construcción de un mundo mejor. No lo han conse– guido todo, pero, en su circunstancia histórica se es– forzaron por hacer el mayor bien posible. Los nuevos tiempos han dado un culto especial al progreso. Es un hecho insoslayable que hay que acep– tar con sano realismo porque condiciona en parte -para bien y para mal- la existencia cristiana. El de– creto de los Medios de Comunicación social habla de "maravillosos inventos" de la ciencia y de la técnica y esboza las líneas madres de una actitud cristiana ante los mismos. El progreso tiene su cara y su cruz. Pue– de servir para la difusión del bien, de la paz, de la for– mación integral, de una mayor armonía entre los pue– blos. Pero nadie ignora que el progreso puede conver– tir al hombre en un "instrumento", en función de la máquina, en una subversión totalmente inmoral de los valores. Se ha dicho, y con razón, que el cristiano debe 32
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