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esto lo han reiterado frecuentemente los últimos Papas. 4. Las novedades y los cambios no pueden aceptar– se si no vienen aconsejados por las circunstan– cias concretas, después de un profundo y mode– rado examen en cada caso. La novedad que no resista una crítica serena y objetiva debe ser enérgicamente rechazada. 5. La Iglesia tiene una misión espiritual por lo cual no debe interferirse en la política y, mucho me– nos, asumir el "compromiso temporal". 6. El magisterio eclesiástico exige del fiel cristiano la adhesión incondicional en el sentido y en el alcance que lo entiende la apologética clásica. Tampoco se agotan aquí las notas individuantes del "integrismo". Se podría alargar la lista con otros puntos esclarecedores, pero no era este mi intento. Las ideas parecen justas en una consideración global. Lo malo es que el integrismo puede bandear hacia la extrema derecha y convertirse en "inmovilismo". El cristianismo es vida y el inmovilismo semeja mucho la muerte. Las aguas estancadas se corrompen y el inmo– vilista se rezaga tanto que pierde el tren de la historia, con lo cual no puede ser testimonio para el mundo ac– tual porque vive en un mundo pasado. Se puede dar la paradoja de infidelidad a la Iglesia -que ordena un "aggiornamento" urgente- en quienes tienen constan– temente desplegadas sus banderas de fidelidad a la Iglesia. 28

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