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para volver a las fuentes primitivas, desgajadas de toda adherencia extraña. Las devociones tie– nen que dejar paso a la devoción. Esta no es una enumeración exhaustiva de sus puntos de vista, sino más bien la pista de unas reflexio– nes para "caracterizar" al grupo ideológico. En gene– ral, todas estas ideas tienen su parte de verdad, pero manejadas inexpertamente y llevadas a extremismos pueden degenerar en el error. El ala izquierda del pro– gresismo -los progresistas en sentido peyorativo– está rozando permanentemente la zona de peligro que deslinda la verdad del error. Baste con recordar las amargas quejas del Papa contra la teología "nueva", contra la moral "de situación", contra los "contestata– rios". Con frecuencia, no ha sido sólo una queja sino una condenación explícita. Las ideas-fuerza del "integrista" son igualmente justas. El integrista parte de la aceptación "íntegra" del dogma revelado, sin tergiversaciones, tal como ha sido entendido y transmitido "tradicionalmente" por la San– ta Madre Iglesia. Su gran tarea de conciencia es con– servar puro e! mensaje de la Sagrada Escritura y de la Tradición que es "eterno" e "inmutable" y, por lo tan– to, "intangible". El cristiano debe aceptar íntegramente los dog– mas tal como vienen expresados por la teología tradi– cional. Toda concesión a los contenidos y formulacio– nes de la "teología nueva" es un pecado contra la fi– delidad a la Iglesia. Advierten que ya San Pablo nos pone en guardia contra las novedades y fábulas ... Aceptan de igual modo la moral "tradicional" e impugnan enardecidos las pretensiones de la "moral 26
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