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EL "IDEARIO" Las ideas que sirven de base a ambas mentalida– des son justas. El progresista concibe la vida como un continuo devenir, en evolución permanente. La vida es sustancialmente dinámica, es decir, progresiva, cambiante, evolutiva en un proceso irreversible. El in– movilismo es un pecado contra la vida misma. El cristiano es un hombre que tiene que "encar– narse en el mundo" para vivir integrado en su tiempo, en su problemática, en su misma vida. Por lo mismo, no puede desentenderse de las realidades temporales, sino que debe asumir -aquí y ahora- el compromiso temporal. Las estructuras no han seguido el ritmo de la vida y han quedado desfasadas, por lo cual hay que buscar otras nuevas que respondan mejor a los designios de Dios sobre el mundo. El cambio de estructuras es ur– gente y afecta, no sólo a las leyes, a las tradiciones, a las devociones sino al mismo sistema con todas sus ramificaciones: teología (teología nueva), moral (mo– ral de situación), liturgia (movimiento renovador, len– guas vernácu'fas, etc.). La Iglesia "institucional" se ha visto implicada his– tóricamente en los intereses del Estado y se han alia– do "desde el poder". Hay que volver a una Iglesia "ca– rismática", democrática y liberadora en que sea posi– ble la denuncia profética y la implantación de la jus– ticia social. La "aconfesionalidad del Estado" es una condición necesaria para la independencia de la Igle– sia. 24

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