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da manifestación externa y la supresión de las devocio– nes "triunfalistas" por un lado y las prácticas devocio– nales, recargadas y un poco folklóricas por otro? El "centro" es un término tan equívoco que preci– sa ser explicitado en cada caso. El centrismo de unos es tan achatado que limita con las fronteras del inte– grismo en la interpretación de valores tan importantes como los derechos humanos, las libertades públicas, el orden establecido, y en el entendimiento práctico de la igualdad, la responsabilidad, la conciencia y la fra– ternidad. Para otros, el centro limita con el progresis– mo y tienen una idea muy clara de los signos de los tiempos. De todos modos, hay algo que se impone por su evidencia: el centro, sí quiere cumplir su misión de nexo entre ideologías o posturas extremas en plan de equilibrio, arbitraje y mediación, debe ser lúcido, di– námico, abierto, ponderado y eficaz. En caso contrario, no le queda más disyuntiva que aliarse con uno de los grupos extremistas. Con lo cual pierde absolutamente su razón de ser por absorción. Sí del orden teórico pasamos a la acción -las ideas son fuerzas que intentan encarnarse en la vida– la dificultad consiste en asignar a cada ideología su papel al servicio de la Iglesia. Con conciencia del ries• go que esto entraña, vamos a ofrecer una opinión es– trictamente personal que ha ido tomando figura y con– creción a través de un contacto amoroso con fa mar• cha de la Iglesia y con la obra de algunos personajes más representativos en esta hora. -Es necesario que en todos los campos y en todos los sectores haya un grupo de hombres "compro– metidos en vanguardia". Su tarea específica es abrir caminos nuevos, ensayar experiencias nue- 14