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Un voto de confianza, con todas las limitaciones prudenciales, a la buena voluntad de los hombres que, por diversos caminos, buscan sinceramente lo mejor. Deseo de que de la actual crisis -reconocida por todos, quizá exagerada por algunos- renazca un mundo mejor, más purificado, con estructuras más favorables para la implantación de la justicia, de la concordia y de la paz internacional. Convicción profunda de que para Dios nada hay imposible, de que el mundo está en sus manos y de que Cristo estará con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos. Confiado descanso en "sus promesas" pero con una deliberada colaboración para que sus prome– sas se cumplan en nosotros y en los hermanos. Vivencia leal de nuestra condición de peregrinos y forasteros en este mundo, con un desprendi– miento real y afectivo de los bienes de este mun– do -desde lo material hasta lo más íntimo- por los bienes del reino. Desarraigo voluntario de lo mundano que es efí– mero y temporal, como testimonio escatológico. Valoración justa de la vida, como espacio de pre– paración, de realización y de promoción de la paz, de la justicia y de la santidad. Proclamación de la dignidad y de la belleza de la vida, presentando a los hombres de nuestro tiem– po "razones para vivir y razones para esperar". Lucha esforzada para vencer el pesimismo que lleva consigo el escepticismo, el cansancio y la "huelga de brazos caídos". Y lo que es peor aún la desesperanza. 155