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Vamos a algunos datos sintomáticos: -desaparición de seminarios menores que han sido históricamente "semilleros" de sacerdotes, -desaparición "camuflada" de seminarios menores convertidos en plan de urgencia en colegios mix– tos, donde no se proporciona una formación espe– cíficamente• sacerdotal, -federación de seminarios mayores a nivel de zo– na, de provincia diocesana o religiosa, e incluso de nación. Esta medida ha sido aconsejada o exi– gida por la escasez de alumnos, -clausura de colegios mayores y de convenfos por falta de personal, -innumerables parroquias rurales sin titular cuyo único servicio es la misa dominical. .. Los horizontes no están nada despejados y todo hace suponer que las cosas seguirán su curso, con un deterioro progresivo que nadie sabe a ciencia cierta dónde van a acabar. Por de pronto, los datos mencio– nados no son más que una manifestación, el resultado casi lógico de unas posiciones previas de orden men– tal, cultural y sociológico. En el fondo del problema subyacen cuestiones que exigen la toma de conciencia y unas medidas ur– gentes de acción. Lo más grave no es que cierren !os seminarios, que haya menos sacerdotes o menos voca– ciones religiosas. Lo más grave es que se "cuestione" la misma vocación sacerdotal y religiosa. Y por ahí van los tiros. Se pregunta con una cru– deza impresionante: -¿Tiene razón de ser el sacerdote o la vida religio– sa? 143

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