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gia la amplitud, la novedad, la flexibilidad y la profun– didad que requiere. Yo diría que el programa más vanguardista y exigente puede realizarse sin el míni– mo conflicto con las normas. En la liturgia de !a misa cabe perfectamente el análisis de un hecho de vida y la iluminación cristia– na de los diversos acontecimientos, respetando el es– quema establecido. Hay libertad, en efecto, para se– leccionar lecturas bíblicas sobre los diversos temas de la vida cristiana. Sería, por otra parte, un modo excelente de dar a la homilía actualidad, profundidad y "garra". Des– pués de las lecturas bíblicas en la forma acostumbrada se puede profundizar en el tema según el método de revisión en boga: ver, juzgar, actuar. Se ilumina el he– cho de vida desde la perspectiva de la fe, con la ven– taja de que el Evangelio tiene más fuerza que el pe– riódico. Cuando se trata de actos especiales con grupos minoritarios o en fechas especiales de tipo familiar, los ordinarios conceden con facilidad una celebración especial de la misa en la que participan conocidos, fa– miliares y amigos que comparten la misma mesa do– méstica y los mismos problemas en la lucha por la vi– da. Es una ocasión magnífica para iluminar desde la perspectiva de la fe el hecho que se conmemora: ac– ción de gracias, aniversario de boda, aniversario de un ser querido difunto, etc. Y esto se hace con la autorización normal de los Obispos que suelen ser atentos y flexibles. No se ve, por tanto, la necesidad de recurrir a ceremonias ex– céntricas que no añaden nada a la celebración y que crean casi siempre malestar y confusión en el pueblo. 140
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