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ríos. tiene que ser algo nuevo, más que de evolución se trata de una ruptura con todo lo viejo y desfasado. Y están desfasados: 1. Los templos, fruto de una visión del cristianismo que se impuso desde Constantino, en franca opo– sición a las celebraciones primitivas que se cele– braban en las casas particulares. El triunfalismo ha construido las grandes catedrales y los tem– plos recargados que tanto han influido en !a re– tigiosidad burguesa de los cristianos. 2. Las vestiduras litúrgicas, fruto de otras épocas y de otros usos y que hoy no dicen nada a la sen– sibilidad del pueblo. El sacerdote vive encarnado en su tiempo y no tiene por qué "disfrazarse" pa– ra celebrar la Eucaristía. Cristo se sentó a !a me– sa en traje de calle para celebrar la Ultima Ce– na. El simbolismo litúrgico es el resultado de una mentalidad romántica y superficial que se ha tra– ducido en un lenguaje ridículo paralelo que nos habla de la "violeta" de la humildad, de la "azu– cena" de la castidad, del "lirio" de la pureza, de la "rosa roja" del martirio. 3. El estilo monástico que ha dejado huellas pro– fundas a través del tiempo. Lo que en un tiempo y en un estilo de vida característico tuvo su ra– zón de ser y su mérito como adaptación hoy ca– cere de sentido transplantado a una plataforma de vida totalmente distinta. ¿Qué sentido tiene, por ejemplo, hablar de la luna o del gallo cantor que despierta a los perezosos en pleno medio– día? 132
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