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nes con participación de extranjeros, sino en otro tipo de celebraciones en que sería oportu– no recordar que el latín es la lengua de la Igle– sia Católica. h) El "montaje" de espectáculos a base de instru– mentos ruidosos y de intervenciones frívolas no tiene nada que ver con la misa. Felizmente, ha sino una "moda" pasajera que, si en el primer momento, atrajo a los curiosos por su snobismo hoy deja indiferente al pueblo. 2. "Progresistas" La renovación litúrgica se ha quedado a medio ca– mino por los motivos de siempre. Se han cambiado muchas cosas, pero sin ir directamente a la raíz y lo decisivo no es "poner parches", sino acabar de una vez con las viejas estructuras. La nueva liturgia tiene que ser organizada desde el pueblo y para el pueblo, con un lenguaje normal semejante al que habla el hom– bre de la calle, sin arcaísmos, sin sofisticaciones. La liturgia está en función del pueblo que debe desempeñar cada día un papel más importante, el que le corresponde por su protagonismo en la vida pública ya que la liturgia no tiene sentido sin el pueblo. Ahora bien, el Breviario que rezamos tiene un origen absolu– tamente monástico. Está concebido desde un estilo de vida que no se parece en nada a la del sacerdote ac– tual. Está hecho para monjes, con un horario totalmen– te anacrónico que cortaría en su misma raíz toda la actividad apostólica. Una reforma a fondo no puede contentarse con enmiendas, refundiciones o apéndices complementa- '131
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