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les compara con los estudios litúrgicos todavía recientes, por ejemplo, los de María Laach, Beuron, etc. e) Las nuevas corrientes eclipsan o dejan en un segundo plano aspectos fundamentales de la misa como sacrificio latréutico, eucarístico, etc. No hay que olvidar que la misa es esencialmen– te la renovación del sacrificio de la Cruz. d) El "desmantelamiento" de las iglesias que ha dejado los templos sin imágenes las ha conver– tido en locales fríos y desangelados que no di– cen nada a los sentidos. e) La anarquía en materia litúrgica ha llevado a graves aberraciones, con un peligro extremo de romper la unidad y con una falta grave de res– peto a lo sagrado ... f) La misa ha sido siempre comunitaria en la inten– ción de la Iglesia y en el sentimiento popular, la obra pública de culto y oración de! pueblo cre– yente, como recordaba expresamente el sacer– dote: "Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro ... " Es el pueblo quien cree y ora pero a condición de que las fórmulas sean asi– miladas, creídas y vividas personalmente. Sin esta fe personalista -"mía y vuestra"- las fór– mulas quedan en el vacíó. La fe es tan comuni– taria si digo: "Creo", como si digo: "Creemos". g) Cuando los "signos de los tiempos" van al de– rribo de fronteras y a la superación de regiona– lismos es una equivocación suprimir radical– mente las misas en latín. Y esta consideración se impone no sólo en acontecimientos so!em- 130

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