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dose con la aportación de la teología, de la literatura y del arte. Basta un sencillo repaso del Breviario y del Misal para encontrarse con verdaderas joyas de espi– ritualidad, de alta mística, de seria reflexión teológica y de ias diversas formas del arte. Cada época ha ex– presado a su modo -casi siempre con novedad y ge– nialidad, como puede verse en los diversos estilos pic– tóricos y sobre todo escultóricos- la espiritualidad del pueblo. la "nueva liturgia" es, en comparación, mucho menos profunda y menos rica en sus contenidos. En rigor: a) Recordando el axioma clásico, la liturgia no es más que la expresión de la fe: "Lex orandi, lex credendi". La liturgia actual ha perdido densi– dad teologal con lo cual se ha empobrecido vi– talmente. b) La liturgia fue siempre eminentemente bíblica, como lo comprueban el Breviario y los Misales de antes. Las lecturas bíblicas fueron siempre un plato fuerte en la santa Misa, expresión más teológica y afortunada que la actual de los "sa• grados misterios". e) · La piedad del pueblo sencillo era netamente evangélica porque la predicación, sin tanta "im– postación" bíblica era medularmente evangéli– ca. Por otra parte, el pueblo llano conocía bas– tante mejor que hoy el Antiguo Testamento por• .que estudiaba desde su primera infancia la His– . toria Sagrada. d) La inferioridad de los nuevos tratados litúrgicos aparece evidente en un cotejo imparcial si se 129
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