BCCCAP00000000000000000000726
rá verdad que tememos ser considerados como "in– transigentes" si predicamos el dogma y la moral sin tergiversaciones ni mutilaciones? La acusación es grave y, de ser cierta, estaríamos dando palos al viento. Cristo Crucificado -con su per– sona y con su mensaje- es el único capaz de salvar– nos. La liturgia, la predicación, la misma existencia cristiana no tienen sentido sino desde la Cruz del Sal– vador. En la renovación litúrgica la homilía es una pieza "clave" que hay que preparar con tiempo y con esme– ro, decir con convicción y entusiasmo y vivir con hon– rada lealtad. Es un deber de conciencia del "dispensa– dor de los misterios de Dios", correlativo al deber del pueblo de escuchar con docilidad y practicar con fide– lidad lo enseñado. De poco sirve ia organización y la reforma si una parte del pueblo -una parte notable, según las esta– dísticas- llega deliberadamente tarde a la misa por– que "no le interesa el No-Do". Y el No-Do es, tristemen– te, la homilía. El lenguaje del pueblo es sumamente expresivo. Los "tiros" contra la reforma litúrgica vienen de dos frentes extremos, cuyas posiciones nos son sufi– cientemente conocidas. De una parte están los que encuentran la reforma excesiva, precipitada e inopor– tuna. En el extremo opuesto militan quienes califican a la reforma de insuficiente, lenta e incluso desfasada. 1. Conservadores o "integristas" La liturgia ha ido evolucionando progresivamente al ritmo de las exigencias de los tiempos, enriquecién- 128
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz