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PLURALIDAD DE OPINIONES Los clásicos elaboraron un axioma que conserva aún toda su validez: "Quot cápita, tot sententiae". Es un hecho antiguo: cada hombre es un mundo aparte, con su visión particularísima de los aconteci– mientos y de la vida misma, con sus opiniones perso– nales y con su interpretación subjetiva de las cosas. El derecho a opinar y a manifestar libremente las propias opiniones ha tomado carta de ciudadanía en todas las zonas del mundo civilizado, al menos teóricamente. La libre opinión es, pues, un hecho y un derecho. En el orden intelectual, como en el físico o en el moral, no se encuentran dos tipos perfectamente iguales. A veces, el parecido es asombroso pero quedan siempre matices individuantes inconfundibles. El "doble" dice siempre referencia al original. Luego es "otro". Una opinión coincidente en sus líneas fundamentales se di– versifica en el ámbito vital con multitud de matices que el observador agudo detecta sin dificultad. Por eso, los especialistas del tema saben que las etiquetas tienen sólo un valor aproximativo. Pongamos como ejemplo la "etiquetación" de la sociedad pluralista en el aspecto político. Se habla de las derechas, de las izquierdas y del centro. La enu– meración es tan genérica que margina aspectos de ca– pital importancia por su difusa vaguedad. Por ello hay que recurrir a nuevos elementos esclarecedores y se 11
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