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ñecía los horizontes de la moral, convirtiéndola en solución de "casos". 8. La formación de actitudes lleva lógicamente al compromiso cristiano que ha de traducirse a su vez en "testimonio" a todos los niveles de la so– ciedad pluralista. La moral de los nuevos tiempos tiene que interesarse por todo lo auténticamente humano, sobre todo en los problemas más ac– tuales. El comportamiento cristiano obliga a un "compromiso con lo temporal". 9. Con estas premisas se desemboca necesaria– mente en la afirmación de la libertad personal y en la realización de sí mismo, a nivel personal y colectivo. La renovación de la moral ha ganado muchos pun– tos a su favor, como se ve en los enunciados anterio– res. La riqueza acumulada es inmensa tanto en !a can– tidad como en la calidad. Sin embargo, una crítica se– rena no tiene más remedio que detectar los fallos y los peligros de fondo y de forma que afloran en las "reformas". He aquí algunos de los más graves: 1. El subjetivismo que, llevado al extremo, negaría en la práctica la existencia de un orden mora! objetivo. Y ¿dónde iría a parar una moral sin el apoyo y la fundamentación de los principios per– manentes? 2. El orden natural -la ley natural- debe ser el punto de contacto y el lugar de encuentro de una moral universal y de un ordenamiento jurídico que sea aceptado, al menos en sus líneas madres por todos. Está comprobado que el orden inter- 121
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