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desearían confundir · sus contornos y ocultar su integridad ... ". l:.a adaptación ha de seguir los procedimientos que la Iglesia expresamente pide, distante por un ex– tremo del inmovilismo que deja las cosas en un punto muerto inadmisible y por otro de la ruptura que des– conoce y margina valores innegables que se han acu 0 mulado con el paso del tiempo. Coherencia, fidelidad, claridad. Como dice el Sínodo: "El contenido de la fe, o es católico o no es tal. Todos nosotros ... hemos recibido la fe de una tradición ininterrumpida y constante: Pe– dro y Pablo no la han desfigurado para adap– tar/a al antiguo mundo judío, griego o roma– no, sino que han vigilado su autenticidad, la verdad del único mensaje". El pluralismo teológico tiene unas fronteras pre– cisas que no es lícito rebasar. Pero es que, además, hay zonas señalizadas como peligrosas donde se exi– ge una gran dosis de prudencia pedagógica para no crear confusionismo. Y es precisamente en el área de penalty donde se desarrolla la peligrosísima actuación del relativismo, del agnosticismo, del "perspectivismo" y del marxismo. En el mismo plano de peligrosidad se puede alinear la "contestación". Una crítica responsable tiene que recordar que "La verdad ... no es susceptible de cambio en su sustancia, y debemos ser tanto más fieles al custodiarla, porque hoy las cosas están so– metidas en mayor medida a la discusión, y se 117

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