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COMULGATORIO DEJO el cáliz sobre los corporales, tras haber gustado tu corazón. Tomo la llave y abro tu sagrario. Y ¡otra vez el doméstico milagro! Mis manos buscándote en la patena como migas de pan para niños y aves. ¡Fieles, he aquí el Cordero de guedejas de sol y amor herido! Llega sangrante a eliminar pecados y a enamorarse más de sus amigos. Mi Dios, yo no soy digno de que Tú, aroma substancial de mis quereres, esencies mi alma y cuerpo con tu presencia de Dios vivo. Mas ven, y actúa como bien Tú puedes; 120