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Implanta en mi esperanza las alas de tu □ente. Aprieta contra mi corazón tu Corazón humilde y manso. Tu Belén y el sagrario traen siempre Navidades y despiertan al niño que en nuestras almas duerme. Encarnación y Eucaristía son bienaventuranza, pregustación de Dios, alegría y honor de ser humanos y abrazarnos risueños, fraternales. Es lo mejor dejarse así querer ¡oh Niño y Forma inmarcesibles, Dios tan buen:>! Por Ti, cada portal en mi ciudad es el dintel de tu palacio, donde me esperan ciudadanos de tu reino de amor. Es celestial el hombre y cada escaparate una ilusión de par en par abierta; cada hombre, un San José, fiel artesano, y cada mujer, una Virgen María, Nuestra Señora; y el bosque un paraíso de árboles sólo del bien. 113