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EL PERDON DE LOS PECADOS 97 DOCTRINA PROTESTANTE L os /Primeros cristianos no se confesaban. LA BIBLIA dotes, pues San Pablo no había vivido con Jesu• cristo durante su vida mortal. 6) "Y un gran número de los que habían creí· do venían a confesar y dar c'lferita de sus actos'> (Hechos de los Apóstoles, XIX, 18). Consecuencia.-Según la Biblia, ya en tiempo de los Apóstoles se confesaban los cristianos. OBSERVACIONES Origen divino de la confesión I.....:....JESUCRISTO DIO A LOS APOSTOLES EL PODER DE FER-, DONAR LOS PECADOS.-"Como el Padre me envió, también yo os envío". El Padre había enviado al mundo a su Unigén'ito con el ob– Jeto de redimirlo de pecado: "Le darás el nombre de Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados" (San Mateo, I, 21). El mismo Redentor nos dice que su misión era salvar a los pecadores: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (San Mateo, IX, 13). Consta por el Evangelio que Jesús perdonó en varias ocasiones a los pecadores sus culpas: a la Magdalena (San Lucas, VII, 47); a la adúltera (,San Juan, VIII, 11); al ladrón de la Cruz (San Lucas, XXIII, 43); al paralítico en su lecho (San Mateo, IX, 2). En este úl– timo caso, Jesús se propone convencer a todos de que realmente tie– ne el poder de perdonar los pecados, como hijo del. hombre, contra las murmuraciones de los escribas, que lo acusaban de blasfemo, y obra un gran milagro para probarlo (San Mateo, IX, 3-6). Sabiendo, por tanto, que la misión de Jesucristo en la tierra fué la salvación de los pecadores (l!;t Timoteo, I, 15) libertándolos de la esclavitud del pecado, el verdadero sentido de sus palabras a los Apóstoles no puede ser más evidente: "Como el Padre me envió a perdonar los pecados, también yo os envío a vosotros, investidos con mi autoridad divina, .para perdonar los pecados en nombre de Dios. A este fin, recibid el Espíritu Santo. Los pecados que perdonaréis serán perdonados; los que retendréis serán retenidos". La ratifica• ción y confirmación del juicio y sentencia de los Apóstoles en el cielo es también declarada por el Redentor, como puede verse en el pri– mero de los textos citados al principio: "Lo que atáreis sobre la tierra, será atado en el cielo, etc." :Si. no conociéramos_ la profunda ofuscación que jercen sobre el entendim'iento los prejuicios de secta, nunca comprenderíamos cómo el creyente en la palabra de Dios, contenida en la •Biblia, pueda negar que Jesucristo dió a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados en su nombre. El mismo argumento podría formularse más brevemente: Jesu– cristo estableció la Iglesia para perpetuar su obra, su misión. Y con– sistiendo la obra y misión de Jesús principalmente en la reconcilia- • ción de los pecadores con. Dios, ésta es también Ja principal misión.

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