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LA VIDA SOBRENATURAL J)E LA IGLESIA 85 dado un imposible. Por la misma razón había Dios dado el don de la fecundidad a nuestros primeros padres al decirles después de crear– los: "Sed fecundos, multiplicaos, llenad la tierra" (Génesis, 1, 28). Y de hecho sabemos por la Biblia que los primeros cristianos tenían un altar y, por consiguiente, que los' Apóstoles celebraban un sacrificio (Hebreos, XIII, 10), el cual no era otro que ·el sacrificio de.l Cuerpo y de la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo (1 Corintios, X, 16) (1). Este mandato y esta potestad debían pasar a los sucesores de los Apóstoles en el ministerio sacerdotal. En efecto, debiendo durar la Religión Cristiana mientras dure el mundo, el Sacrificio de la Reli– gión Cristiana debía <lurar tanto como ésta. Mas, siendo los Apósto– les hombres mortales, claro está que Jesucristo hubo de darles ---l juntamente con la potestad de consagrar y ofrecer el sacrificio euca– rístico- la de trasrp.itir a otros esta misma potestad. Lo mismo se deduce de estas otras palabras de Jesús: "Cuantas veces coméis este pan y bebéis este cáliz, anuncíáis la muerte del Se– fi.or hasta que venga" (1 Corintios, XI, 26), las cuales, aunque gra– maticalmente están en tiempo· presente, pero su sentido es futuro. Ahora bien, Jesucristo no vendrá visiblemente a la tierra .hasta el fin del mundo para juzgar a vivos y a muertos (San Mateo, XXV, 31-46). Mas los Apóstoles no debían vivir en la tierra hasta entonces. Luego el Señor quiso que el poder a ellos dado pasara a sus suceso– res hasta el fin de los tiempos. Todo lo cual se confirma con los textos de San Pablo últimamen• te citados (Hebreos, XIII, 10; 1 Corintios, X, 16). El Apóstol no fué del número d.e los doce que estuvieron presentes en la Cena del Se– fi.or , y sin embargo celebraba él también el sacrificio eucarístico.• III.-RELACIONES ENTRE EL SACRIFICIO DE LA MISA Y EL SACRIFICIO DE LA CRUZ.-El sacrificio eucarístico, o de la Misa, es el mismo sacrificio de la Cruz conmemorado, renovado y aplicado. Así lo enseña la Iglesia en el Concilio ele Trento (Sesión XXII, capítulos 1, 2 y 3). Expliquemos esta doctrina. 1. El sacrificio de la Misa es el sacrificio de la Cnlz conrnerno– rado.-La Misa es, ante todo, una conmemoración del sacrificio del Ca!vario. Dios había mandado a los israelitas ofrecer anualmente el !.--La primera referencia que hallamos en el Nuevo Testamento acerca de la ce– lebración de la Santa Misa es esta de los Hechos de los Apóstoles, hablando de los pri– meros fíeles: "Eran asiduos a las predicaciones de los Apóstoles, a las reuniones co.. munes, a la fracción del pan y a las oraciones" (II, 42). El sacrificio eucarístíco era designado entonces con la frase: fracción del pan (como ya dijimos) aludiendo a lo que hizo Jesús, quien al instituirlo, distribuyó el pan consagrado a sus discípulos después ,1. !laber!o fraccionado, o partido en pedazos, sin cortarlo. El mismo libro hace otra referencia a la Misa cuando refiere que los fíeles se reunían los domingos (primer día de la semana que había ya reemplazado al sábado como día consagrado a Dios) para par. ticipar de la fracción del pan (XX, 7 y 11) .-Es también una alusión a la Misa esta frase del citado libro hablando de los Jefes de la Iglesia de Antioquía: "Ministran– do ellos al Señor,,," (XIII, 2). El autor de los Hechos usa el término Leito¡ugouton (de Leito11 erqon, servicio público), de donde procede la palabra liturgia. La versión griega del Antiguo Testamento, llamada de los Setentcc, emplea siempre este término aplicado a las funciones sacerdotales en el templo, Se ve, pues, que desde el principio de la lglesia hubo un acto oficial público de culto div.ino y forma determ;nad,, para celebrarlo.

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