BCCCAP00000000000000000000722

LA. VIDA SOBRENATUR1A.L [)E LA IGLESIA 83 IL-NATURALEZA ,E LNSTITUCION DEL SACRIFICIO D'E LA MIS!A.-El sacrificio del Nuevo Testamento es la oblación que Nues– tro Señor Jesucristo hizo de sí mismo a su Padre Celestial muriendo por nosotros en la Cruz (San.Marcos, X,,45; 1¡¡, Corintios, XV, 3; Efe– sios, 5, 2; Hebreos, IX, 14; 1~ San Pedro, I, 19 y II, 24; lll- San Juan, 1, 7; ,Apocalipsis, V, 9). Pero como Jesucristo murió una sola vez en la Cruz, una sola vez ofreció personalmente su sacrificio. Sin embargo, era necesario que hubiera en el Nuevo Testamento un sacrificio perenne, incesan– te, como lo hubo en el Antiguo, en que diariamente, mañana y tarde, era sacrificado un cordero (Exodo, XXIX, 38), símbolo del verda– dero Cordero divino, Jesús, que quita el pecado del mundo (San Juan, I, 29). El sacrificio, como hemos visto, es de ley natural, no hay re· ligión sin sacrificio y la Religión Cristiana sería menos perfecta que la Mosaica si no tuviera su sacrificio propio. Por consiguiente, la Re– ligión Cristiana debe tener un sacrificio perenne mediante el cual los crstianos puedan tributarle a Dios los homenajes debidos de adora– ción, de expiación, de gratitud, de súplica. El sacrificio perenne de la Religión Cristiana es la Santa Misa (1). Por el texto de ,San Pablo citado al principio de esta tercera par– te (número 3) y por los textos de San Mateo, de San Marcos y de San Lucas citados en la parte segunda (números 2, 3 y 4), 'consta que Nuestro Señor Jesucristo, al instituir la Eucaristía, ofreció un ver– dadero ·sacrificio y dió a los Apóstoles el mandato de seguir ofre– ciéndolo. 1) Jesucristo, en' la cena, instituyó un verdadero sacrificio.-De– dúcese, en primer lugar, de las circunstancias de aquel acto: llJ, esco– giendo para instituir la Eucaristía él tiempo preciso en que se sacri– ficaba y comía el Cordero Pascual; 2~ inaugurando el Nuevo Testa– mento de una manera análoga al m'odo como Moisés inauguró el tes• tamento antiguo. Moisés, después de promulgar la ley divina, eri– gi.ó un altar al pie del Sinaí en el que ofreció a Dios un sacrificio de acción de gracias y, con la sangre de las víctimas sacrificadas, ro– ció el pueblo, diciendo: "Esta es la sangre del testamento (alianza) que el Señor ha hecho con vosotros" (Exodo, XXIV, 4-8). En térmi– nos parecidos expresóse Jesús en la última Cena. La antigua Alian– za fué sellada por la sangre de un sacrificio; también la nueva Alian– za es sellada por la sang're de un sacrificio: la sangre de Jesús mís• ticamente inmolada. Dedúcese también de las palabras mismas, con que es instituí– da la Eucaristía. En efecto; no dice Jesús simplemente: "Este es mi cuerpó"'', sir:i.o que añade a continuación: "que es dado por vosotros" J.-¡Por qué se llama lJisa el sacrificio del Nuevo Testamento? En los primeros siglos del Cristianismo, los catecúmenos (aspirant~s al Bautismo) que habían acudido al templo para instruirse en los rudimentos de la fe y que aún no eran admitidos a la cele. bración de los Misterios divinos, antes de empezar el sacrificio eucarístico eran despedi– das con estas palabras: /te, missa est, que, en aquellas circunstancias, significaban: "Re– tiraos, la reunión queda terminada". De ahí vino el llamarse popularmente Misa la acción sagrad<a (o sea el sacrificio) que seguía al despido de los catecúmenos. Al principio, d Santo sacrificio se llamaba sencillamente: Fracción del pan, o tam– bién Eucaristíc, (acción. de gracias) por alusión a lo .que hizo Jesús al instituirlo (1 1 > Corintios, XI, 23-6). Pero desde el siglo IV prevaleció la palabra Misa.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz