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82 EL PROTESTANTISMO ANTE LA BIBLIA ticipaban los primeros cristianos es el mismo de que ahora participamos nosotros en la lVIisa.. OBSERVACIONES Doctrina de la Iglesia acerca del Santo Sacrificio de la Misa I.-IDEA DEL SACRIFICIO EN GENERAL.-El sacrificio, teo– lógicamente considerado, es la ob:ación hecha a Dios por un ministro legítimo de una cosa sensible que es clestruída, real o equivalente– mente, para reconocer los derechos que tiene Dios sobre sus criatu– ras "y tributarle los homenajes que le son debidos. Para que el sacrificio sea un acto religioso agradable a Dios, es necesario que la ofrenda e:rterior sea una manifestación c1e! sacri– ficio interior por el que el alma se ofrece a Dios reconociendo el su– premo dominio divino y su ah.;;oluta dependencia respecto ele éste. El sacrificio puede ofrecerse a Dios con el fin ele adorarle y de darle gracias y de hacerle peticiones y de desagraviarle. E! ministro que ofrece el sacrificio es llamado sacerdote. La ma– teria del sacrificio, o sea el objeto sensible que es ofrecido a Dios, se llama hostia o víctima, la cual es destruída o transformada, pára reconocer el derecho de Dios sobre el ser y la vida de sus criaturas. El sacrificio es ele derecho natural. En efecto; el hombre, como criatura de Dios, de quien necesariamente depende y de quien recibe continuos beneficios, está ob'.igaclo a tributar a su Creador y Supre– mo Bienhechor homenajes ele -adoración, ele gratitud y de súp:ica; y como pecador, debe expiar sus culpas y satisfacer por ellas a la Ma– jestad divina a quien ha ofendido. Y estos tributos ele adoración, de gratitud, ele súplica, ele expiación, clelJe ofrecerlos a Dios interior y exteriormente conforme a su naturaleza espiritual y sensible. Por esto el sacrificio ha existido desde los primeros tiempos de la humanidad. Abel y Caín, hijos de Adán y Eva, ofrecían a Dios sacrificios (Génesis, IV, 3-5). Igualmente Noé (Génesis, VIII, 20), Abraham (Génesis, XII, 7-8; x¡n, 4); Me!quieclec (XIV, 8); Job (1, 4). La ley de Dios, dada al pueblo de Israel, prescribía sacrificios. Los libros ele Moisés (Exodo, XII; Levítico, IV, V, VI; Números, XXVlII, XXIX) hablan extensamente ele la materia, forma y ministros de los mismos. Í-Iabía sacrificios cruentos, en los que se derramaba la sangre de las víctimas (terneros, corderos, ovejas, palomas... ) y sacrificos in– crUjentos, o sin derramamiento ele sangre (harina, tortas, gavillas, vino, aceite... ) Los sacrificios del Antiguo Testamento, especialmente el Sacri– ficio del Cordero Pascual (Exodo, XII) y el ele la Expiación \Leví– tico, XVI), eran figuras o símbolos del sacrificio que Nuestro Señor Jesucristo debía consumar en la Cruz (Colosenses, II, 17). En tanto aquéllos eran gratos a Dios en cuanto prefiguraban a Este y por esto cesaron después que fué consumado, como ya lo habían predichO' los profetas Daniel (IX, 27) y Oseas (III, 4).

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