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68 EL PROTESTANTIS1lf0 ANTE LA BIBLIA VI, 52, 54; Hechos, VIII, 12-18; San Juan, XX, 21-23; 1 Corintios, XI, 23-24; Santiago, V, 14-15). En la doctrina católica ,se concilian y explican perfectamente los textos bíblicos que nos presentan la salvación ya como un don gra· tuito de Dios (Romanos III, 28; Gá~atas, II, 21), ya como un premio y corona de justicia (2 Timoteo, IV, 8; Santiago, I, 12; Apocalipsis, JI, 10). En efecto. Somos justificados gratuitamente por la gracia de Dios, porque todas las obras y todos lo,s esfuerzos de todas las criaturas no serían suficientes para limpiarnos del más mí~imo pe– cado y merecernos la justificación: solamente puede hacer esto la gracia de Dios, que nos la da gratuitamente por los méritos de la ,san– gre ele Cristo. Por esto dice San Juan que es la sangre de Jesús la que nos limpia de todo pecado (P, 1, 7). Sin embargo, porque Dios quiere salvarnos, no como criaturas irracionales, sino como criaturas racionales y libres, exige alguna cooperación nuestra para concedernos la gracia y la vida eterna. Esta cooperación nuestra no nos merece por sí misma la salvación; mas, puesta tal cooperación, Dios nos aplica los méritos infinitos de la ,san• ¡;re de Cristo, es decir, nos da su gracia, la cual nos da derecho a ~a vida eterna. En este sentido, la vida eterna es para nosotros premio y corona de justicia. OBJECIONES PROTESTANTES Ol5jeción H-La Biblia atribuye la justificación a la fe; v. gr.: Jesucristo dijo a la pecadora: "Tu fe te ha salvado" (San Lucas, VII, 50). Respiwsta.-Cierto es que la Biblia atribuye la justificación a la fe, porque la fe es la primera condición necesaria para justificarnos. Pero lejos de exc!.uir otras condiciones, más bien las supone. Así· en el caso aducido, antes que Jesucristo pronunciara aquellas palabras, había dicho, refiriéndose a la misma pecadora: "Le son perdonados sus numerosos pecados, porque ha amado mucho" (San Lucas, VII, 47). El Nuevo Testamento inculca frecuentemente la necesidad de la fe, porque "es el principio, el fundamento y raíz de toda justifica– ción" (Concilio Tridentino, sesión VI, c. 8). Conviene también tener en cuenta que, con frecuencia, bajo el nombre de fe, se designa no sólo •!a misma virtucl de la fe, sino toda la Religión Cristiana (Roma, nos, 1, 8; H Corintios, XV, 17; Gálatas, I, 23; H ffimoteo, IV, 16; V. S; VI, 10; Hebreos, XII, 2; 1st San Pedro, I, 9). Objeción 2st-Según San Pablo vara salvarse basta creer en Jesu– cristo: ¿ Qué debo hacer para salvarme? -pregunta el carcelero de Filipos-. Y Pablo .y Srilas resvonclen: "Cree en el Señor Jesús y tei salvarás tú y toda, tn familia" (Hechos, XVI, 31). Respuesta.-Una pregunta semejante a la del carce:!ero de Fili· pos había heoho un joven a Jesús. Y el Señor le contestó: "Si quieres entrar en la vida (es decir, salvarte), guarda los mandamientos"
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