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EL GOBIERNO DE LA IGLESIA 61 este sacerdocio' puede ser Eamado sacerdote en el riguroso· sentido de Ia pO!labra. Del sacerdote en sentido propio dice el Apóstol (Hebreos, V, I), que es sacado de entre los hombres y es c_onstituído en favor ue los hombres en aquellas cosas que se refieren a Dios, para que le, ofrezca dones y sacrificios por los pecados; es decir, para que e:jerza el ofido propio de: sacerdote. Objeción 21),: Los católicos al llamar Padre al sacerdote desobede– cen a. Cristo, que dijo: "A nadie llaméis padre 1:uestro en la tierra: porque ·uno es vuestro Padre que est.á en los cielos. Ni seais llama– d.os ' maestros, porque 1,mo es vuestro maestro, Cristo" (San Mateo,· XXIH, 9, 10). 1 Respufsta.-Si estas palabras sip toman en sentido abso~uto, tam– poco podemo¡:; llamar "padre" a nuestro padre natural, ni niaestro a nuestros profesores, lo cual es un absurdo. Jesucristo, con aquellas palabras, quiso solamente reprimir el orgullo de los escribas y fari– seos, c¡ue se vanag~oriaban en ser llamados Rabbi (Padre, Maestro). Los católicos dan a sus sacerdotes el nombre de Padre en un sen– tido espiritual y relativo, es decir, en cuanto vén en ellos una repre– sentación del Paclre celestial, quien, por su medio, comunica la vida sobrenatural a las almas. E:sta práctica está sancionada por la Bib~ia. San Esteban empezó su discurso ante el príncipe de los sacerdotes y demás miembros del Concilio ele Jerusalén con estas palabras: "Hermanos y vadres ·míos, escuchad..." (Hechos, VII, 2). San Pablo escribía a los Corintios: "Aunque tuviérais diez mil preceptores, mas no tenéis muchos pa– clres.. Porque soy yo quien os ha engendrado en .Jesucristo por el Evan– gelio" (1 Cor:intios IV, 15). El mismo Apóstol llama a su discípulo Timoteo "mi rn·uy arnado hijo" (2 Timoteo, I, 2) y a Tito "mi ve-rda dero hijo en la fe" (1, 4). San Pedro llama también "mi hijO" a su discípulo Marcos (1 Pedro, V, 13). San Juan da el nombre de "hijitos niíos" a los primeros cristianos (1~ carta, II, 18). Es lógico concluir que éstos llamaban Padres a los Apóstoles. El protestantismo .no tiene legitima·misión L-NECESIDAD DE MISION DIVINA PARA PREDICAR. J<}L EVANGELIO.-En la Iglesia de Dios nadie puede predicar el Evan– gelio sin estar autorizado para ello. La razón es muy sencEla. El que se presenta para ·enseñar o predicar las verdades de la fe, lo hace como embajador o enviado divino. (2~ Corintios, V, 20). Mas todo embajador necesita autorización legítima del jefe de su nación. · Nosotros rechazaríamos a cualquiera que viniera a invitarnos a formar parte de una sociedad científica, industrial o mercantil, si no' acreditara se:r enviado por alguien que tuviera poder para -eEo. Y ¿se– ' rfamos menos prudentes tratándose de un negocio de tanta irµpor– tancia cual es la salvación de nuestra alma? Para que un maestro, un magistrado, un médico puedan ejercer ' 1 .egaltnente su ,profesión, necesitan ser reconocidos y autoritzados por

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