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LA IGLESIA DE JESUCRISTO 35 vas, o adiciones a la fe, por haber sido definidos modernamente, por idéntica razón deberán llamarse nuevas doctrinas el dogma de la Divinidad de Jesucristo, definido el año 325, y el de la Divinidad del Espíritu Santo, definido el año 381. Los abusos y escándalos en la Iglesia Otra acusación de las sectas protestantes contra _la Iglesia Cató• lica Romana es decir que se han apartado de la pureza y santidad del Evangelio y que no puede ,ser eEa la Iglesia de Cristo por los muchos abusos y escándalos que se observan ent;e sus hijos (1). Mas ya antes hemos. visto que el mismo Jesucristo p:redijo que. en su Iglesia habría buenos y malos .(números 6. y 7) y que era im– posible que no hubiera escándalos. Lo que hace buena o mala una sociedad son los principios. Si éstos son buenos, la sociedad es buena, aunque muchos de sus indi– viduos sean malos; pero si los principios son malos, la sociedad es mala, aunque algunos de sus individuos sean :menos. Ahora bien: los principios católicos son los más adecuados para conducir los hombres a la virtud y santidad. Para. convencerse de ello basta hojear el Catecismo de la Doctrina Cristiana que la Iglesia pone en manos de los niños. Por otra parte, la Iglesia Católica sólo dejaría de ser santa y, por consiguiente, Iglesia de Cristo, en el supuesto de que promovie– ra o aprobara dichos abusos. Mas ella, lejos de fomentarlos o apro– barlos, siempre ha protestado contra toda clase de abusos y ha hecho cuanto ha estado a su alcance para extirparlos o corregirlos. La culpa de un particular no debe recaer sobre el cuerpo de que es miembro. Es una grave falta contra la verdad y la justicia e~ im· putar a la Iglesia Católica las culpas individuales que ella misma censura y trata de corregir. Por consiguiente, si hay católicos cuya conducta no responde a sus creencias; si faltan a sus deberes, si. de– sechan los medios de santificación que les proporciona la Iglesia, la culpa no recae sobre la Iglesia, sino sobre esos mismos católicos que violan sus leyes. Si todos los católicos obráramos siempre conforme a los preceptos de la Iglesia Católica, todos seríamos santos. Tampoco puede deducirse que la Iglesia Católica Romana no sea santa, por el •hecho de que algunos de sus Prelados y Sacerdotes no vivan conforme a la santidad de su estado, ni cumplan con los de– beres de su altísima profesión (2); pues entonces deberíamos decir 1 Algunos -historiadores han pretendido que el iniciador d~ la reforma protestante, Lutero, se separó de la Iglesia Católica por los escándalos que vró en Roma durante su · permanencia en aquel-la capital. Esto es una falsedad. El misma escribía en 15 21 : "No combato al Papa por su mala vida, sino por su falsa doctrina" (Marx, Compendio ele Historia de la Iglesia, 108, pág. 482). 2 Queremos llamar la atención del lector acerca de lo tendencioso de muchas no– ticias consignadas en libros de Historia; o en la Prensa, por los enemigos de la Iglesia acerca de los escándalos y abuso.s cometidos por individuos del clero católico, falsas casi siempre o pOr lo menos exageradas: Unp de los mejores conocedores de la historiat De M aistte, decía al principiar el siglo XIX: "Ya ha.ce tres siglos que la historia no es otra cpsa que una gran conjuración contra la verdad".

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