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[l@tnmui PROTESTANTE Los abusos y es– cándalos que se observan:\ en la Iglesia Católica Romana, demues– tran que ella no es fa · Iglesia de Cristo. LA IGLESIA DE JESUCRISTO 31 LA BIBLIA 4) "Si a la Iglesia no escucha, tenlo como un pagano y un publicano" (San Mateo, XVIII, 17). 5) El Apóstol San Pablo (Cart¡:t 1" a Timoteo, III, 15) llama a la Iglesia columna y sostén de la verdad". Consecuencia.-Si la Iglesia Católica, que es la única que se remonta hasta el tiempo de fos Apóstoles, hubiese caído en el error, las puer– tas del infierno ya hubieran prevalecido contra ella. Si la Iglesia de Jesucristo pudiese errar en lo que atañe a las verdades de la r·evelación, ¿qué habría sido la promesa de Cristo, de que estaría con ella ,hasta el fin de los siglos y de que permanecería con ella el Espíritu de Ver– dad? ¿Cómo Jesucristo nos habría obligado a oírla? ¿Cómo podría llamarla el AIJóstol "co~um– na y sostén de la verdad"? 6) "Semejante es el Reino de los Cielos a un hoinbre que había sembrado buena simiente en s11, campo. Mas, mientras los hombres dorrnían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo y se fué... Y llegándose los siervos del Padre de familia; le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena simiente en tu earnpo? ¿de dónde tiene cizaña? ... ¿Quieres que vayamos a cogerla? No, les contes– tó, no sea que cogiendo la cizaña., arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer jimta- • lt • rnente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiem- po de la siega yo diré a los segadores: coged pri– mero la cizaña y atadla en manojos para que– marla; y recoged el trigo en mi granero" (San Mateo. XIII, 24-30). 7) "Asimismo el Reíno de los Cielos es 1 ~eme jante a la red que, echada en la mar, coge peces de todas clases. La cual estando llena, los pesca– dores la sacan a la orilla; y sentados sobre la playa escogen lor; buenos para ponerlos en vasos y echan fuera los rnalos. Asf será el fin del mun• do: los ángeles vendrán y apartarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno del fuego; habrá allí llanto y crugir de dientes" (San Mateo, XIII, 47-50). Consecuencia.-El Reino de los Cielos de que habla aquí el Salvador no puede ser otro que su

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