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lí6 EL PROTESTAl1lTISivJ() ANTE LA EIELIA. CONCLUSION De los principios establecidos y probados en nuestros capítulo3, dedúcense lógicamente estas tres consecuencias trascendentale•.s p,r ra la vida cristiana: PRI.VIERA.-EZ protestcmtisn;o no es la verdadera Iglesia ele Je. .sucristo. 1''-Porque muchas de sus doctrinas se halJan EN CO~TRADIC, CION con la•.s enseñanzas divinas contenidas en la Biblia, comu se l1a demostrado. 29-Porque no cree SI~O UNA PARTE de las verdades 1·eve· ladas por nuestro divino Redentor; v. gr.: no admite la necesidac\ de las buenas obras para la salvación; ni los Sacramentos de la Pe nitencia y Eucaristía, ni el Santo Sacrificio d•:) la Misa, etc. El pro, testantismo es un cristianismo mutilado, fragmentario, incompleto. El cristianismo verdadero y completo no ,se reduce a admitir la divinidad de Jesucristo. "También los demonios creen y tiemblan" (Santiago, II, 19). Quien acepta la divinidad de Jesucristo debe con– siguientemente aceptar todas las manifestaclones de su voluntacl (San Mateo, VII, 21; XII, 50; XXVIII, 20) y todas sus instituciones: la Iglesia jerárquica y los Sacramentos (San Mateo XVIII, 17; San Lucas, X, 16; San Juan, XX, 21; XXI, 15-17; XX, 19-23; 1¡¡, Corintios, XI, 23-26): 3<?-Porgue SU ORIGEN no es apostólico. Jesucristo estableció su Iglesia sobre los Apóstoles: "VOSOTROS ESTAIS EDIFICADOS SOBRE EL FUNDAMENTO DE LOS APO:STOLES" (San Pablo a los Efesios, II, 2"0). E1 gran Tertuliano (siglo III) arguyendo a los herejes de su tiempo, decía: "Que nos señalen el origen de sus Iglesias; que nos manifiesten la sucesión de sus Obispos; que nos hagan ver, subiendo de Obispo en Obispo hasta los primeros tiempos de la Iglesia, que no tienen otros fundadores que los Apóstoles; porque cualquiera Iglesia que no trae su origen de los Apóstoles, no pertenece a la verdadera Iglesia ele Cristo" (De praescription.; c. 20). Fíjese el lector en la fuerza ele este argumento; aplicado al protestantismo, basta él solo para demostrar su falsedad. La más antigua d,2 las sectas protestan– tes no se remonta más allá del siglo XVI. La secta o la Iglesia Bau– tista, por ejemplo, elata del año 1639. <,Cómo puede creer sinceramen– te el protestante que pertenece a esta secta, que la Iglesia que co– menzó mil seiscientos años después de Jesucrü,to, sea la Iglesia fun– clacla por el divino Redentor sobre ei fundamento ele los Apóstoles? ... El mismo argumento es aplicable a tocias las demás sectas protes– tantes (1). Se nos dirá tal vez que el protestantismo ef; la Iglesia reformada. El ya citado Tertuliano, censurando al hereje Marción, escribía: !.-El señor de Bois.y, padre de San Francisco, de Sales, solía decir con gracia que tenía por falsa la religión protestante por el sólo hecho de qt:e ..,esta religión había naci.. do doce años después que él existía¡" (Vida de San Francisco de Sales, publicada por el Apostolado de la Prensa. Madrid, 1912, pág. 6).
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