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REGLA DE LA FE 15 Jesús aparecióse a sus discípulos y les habló del Reino de Dfos (He– chos, 1, -3). Estas intrucciones ¿en qué libro de la Biblia han sido escritas? ... Decía San Pablo a los Ancianos de Efeso: "Os he mostra– do de todas maneras que trabajando así es como hay que sostener a los flacos, Y recordar la palabra del Señor Jesús, que dijo: "Hay más dicha en dar que en recibir" (Hecrhos, XX, 35). Esta sentencia de Jesús no Se halla en los Evangelios. San Pablo la sabía por la Tra– dición. "Conservad las enseñanzas que habéis recibido, sea por palabra, sea por carta nuestra" (2"' Tesalón., II, 15). R;etén el recuerdo fiel de las sanas instrucciones que de mí recibiste sobre la fe Y' el amor de Jesucristo" (2!/, Timoteo, 1, rnf: Lafl enseñanzas qúe-has recibido cie 1ní ante muchos testigos, confíalas a los hombres fieles- que sean ap– tos para enseñar a otros'' (2,¡l "Timoteo, II, 2). "Aunquei tengo toda– vía muchas cosas que escribiros, no hA querido hacerlo con papel y tinta, esperando ir a veros y hablaros de viva voz" (2~ San Juan, 12; 3'\ 13 y-Í4). · . ' La Biblia no contiene todo lo que hay que creer y practicar 1 pues– to que los Apóstoles ordenan conservar lo que han enseñado de viva voz; por consiguiente, la Biblia no puede ser regla única de fe. Puede preguntarse a los protestantes por qué no santifican el sá– bado, siendo así que la Biblia lo manda (Exodo XX, 8-10) y dónde dice la Biblia que hay que santificar el domingo en lugar del sábado. Los católicos sabemos por la Tradición que los Apóstoles determina– ron consagrar al culto divino el prim·er día de la semana -al que llamaron <],va del Señor (dies domínica: Domingo)- en vez del día séptimo (sábado). De la promulgación de esta ley apostólica no nos habla la Biblia, pero hallamos en ella testimonios de su observancia (Hechos, XX, 7; 1" Corintios, XVI, 2; Apocalipsis, I, 7). Los protes– tantes, no admitiendo la Tradición, no pueden explicar por qué los cristianos sa.ntifican el Domingo en vez del ,sábado. Por otra parte, es un error creer que el Nuevo Testamento sea una exposición clara y metódica 4e la doctrina de Jesús. Los Evan– gelios y los Hechos de los Apóstoles son relatos religiosos presenta– dos a la edificación de los fieles. Las Epístolas tratan ciertamente de muchos puntos de doctrin,a; pero como dice muy bien el protes– tante Grocio: "Los Apóstoles no tuvieron la intención de exponer detalladamente en sus Ep~,stolas todas las doctrinas necesarias para salvarse. Las escribían ocas'ionalrnente con motivo de las cuestiones que se les presentaban" (Hugo Grocio, Epist. 582). Lns Epístolas de San Pablo, por ejemplo, fueron escritas con ocasión de las diferencias locales originadas en algunas iglesias y con objeto de dirimir dispu– tas acerca del dogma, o ele insistir en ciertos principios cristianos de moralidad, o para responder a preguntas que le hacían algunas co– munidades cristianas, o para atajm~ algunos abusos que ilJan introdu– déndose en ellás. Así, v. gr., San Pablo habla de la Eucaristía con motivo de los abusos cometidos en la celebración de los ágapes, con– vites de caridad entre los primitivos cristianos (1 Corintios, XI, 20- 33). "La doctrina ele San Pablo es un enigma si no se supone una 1-Prat,. La ThQologie de S. Paul, II, p. 6 I (París, l _91 2) .

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