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EL CULTO DE LAS IMAGENES 165 Respiiesta.-Si este texto significa la prohibición absoluta de to• da imagen, tendremos que Dios prohibe ,en una parte lo que manda en otra. Ya vimos que Dios mismo mandó a Moisés fabricar imáge• nes religiosas (véanse los números 1 y 2 citados al principio). La Bi– blia protes:'ftnte de Valera traduce inexactamente la voz hebrea hista· havah t\Ie este texto, VO\Z que precisamente nos da la solución ele esta dificultad. Dicha palabra s'ignifica propiamente: postrarse en tierra hasta tocarla con la frente; que es el acto de adoración exterior que los israeliL1s tributaban a Dios. La versión de Valera: "No te incli– narás a elbs" es inexacta. La acción de inclinarse se expresa en he– breo con el tfrmino Kadad. El sentido verdadero ele la prohibición es este: "No te harás imagen alguna para adorarla". ·Lo que prohibe, pues, Dios es el culto idolátrico ele la imagen, es decir, adorar la ima– gen como si fuera un dios. Por esto añade el Señor: "Soy un Dios celoso", es decir, no admito competidor. Fácilmente se comprendr, que la Ley de Dios fuera muy estricta acerca de este punto, a causa de la inclinación de los israelitas a imitar la idolatría de los paganos, de quienes vivían rodeados. · Los ca:ólicos sabemos muy b.ien que hay una diferencJa infinita entre Dios y las imágenes que lo representan de alguna manera. Si besamos con amor la imagen ele Jesús Crucificado, sabemos cierta– mente que nuestro beso -expresión vivísima de nuestro amor- lo dirigimos e:. Nuestro -Señor, por más que besemos materialmente un grabado, u~'la pintura, o una estatua. ¿Quién no entiende la diferen• cia que hay entre una persona amada y su retrato? Honramos la pemona poT ser quien es; el retrato por ser la imagen de la persona. El culto tributado a Dios es absoluto; el culto tributado a una ima– gen es relativo. Objeción 2fi--Los católicos han suprimido el segundo manda– miento par e1.;adir la prohibición de esculpir imágenes. Respuesta.-Nada de esto. La Biblia nos da dos veces la lista de los diez mandamientos de la Ley que Dios impuso a los israelitas (perfeccionada después por Jesucristo); pero en ella ni usa las mis– mas palabras, ni sigue un orden exactamente igual, ni indica cómo deben dividirse los mand&.mientos (Exodo, X),:, 1-17; Deuteronomio., V, 6-21). ' ' La Iglesia Católica, siguiendo el Deuteronomio, ha compendiado (en los Catecismos) los versos 6-9, que hacen refere::icia a la adora– ción divina, en un solo mandameinto, considerand::i como primer mandamiento la prohibición del acto interno y del acto externo de idolatría. En cambio ha dividido el verso 21 en do¡:; mandamientos distintos, é:istinguiendo la prohibición de desear la mujer del pró· jimo de la prohibición de codiciar sus bienes 'externos (la casa, las se dió a conoc<r a Israel (Exodo, III, 14-15.)- con estas cuatro letras: I H W H (El que es). En cuanto a su pronunciación, los hebraístas modernos han abandonado la forma: lehowáb, cuyo origen no se remonta más allá de la Edad Media, y adoptan la forma: Iahwéh como más conforme a la traducción hebrea y que ya ha:bían usado los autiguos Padre; de la Iglesia (Hagen, Lexicon Biblicu~. II.. 64-66. París, 1907). Nosotros la tradu,imos por la palabra: Señor, siguiendo el ejemplo de la versión griega de los Setenta (Kyrios) y de la Vulgata (Dominus).

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