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154 EL PROTESTANTISl1W ANTE LA BIBLIA Mateo, I, 23). El Hijo de Dios no podía nacer decorosamente sino de una madre-virgen. · Ahora bien: la razón que hizo elegir al Verbo de Dios, para en– carnarse, una madre-virgen, es decir: su horror infinito al pecado y a toclo lo que participase de él, debió también obligarle a elegir por madre una virgen inrnacidada, concebida sin la mancha del pe– cado original. De otra suerte, en el supuesto ele que María h_ubiera siclo conce– bida en pecado, hubiérase dado un momento en que habría siclo ob· jeto de horror a los ojos ele Dios. Porque, por prisa que se hubiera · dado Dios en purificar el alma de ~V[aría, siempre sería cierto que ella durante algún tiempo habría estado en pecado y, en este caso, habría sído odiosa y aborrecible al .Señor. Mas el mismo buen sentido se levanta contra semejante suposi– ción. ¡No! El Hijo de Dios, jamás, ni en la eternidad, ni en instante alguno del tiempo pudo odiar ni aborrecer a aquélla que un día de– bía de ser su Madre... Luego María, destinada a ser Madre de Dios, debió ser inmaculada en su concepción. El dogma de la Inmaculada Concepción es una consecuencia rigurosa clel dogma ele la materni– dad di-vina ele María. b) Conveniencia por parte de Jesitcristo.-El honor de Jesucris– to exigía que su Madre fuera inmaculada. Desde toda la eternidad, el Verbo del Padre ve la prevaricación del humano linaje en la persona del primer hombre y, a fin de ex– piar este crimen de lesa divinidad y volvernos a la amistad de Dios, se ofrece corno víctima y mediador entre la Justicia divina y la hu– manidacl prevaricadora. Para esto determina incorporarse a la naturaleza humana, en– trando a formar parte de nuestro linaje por medio de su encarnación ,sobrenatural en el seno de una virgen. Ahora bien: ¿es ni siquiera imaginable que el Hijo de Dios mi– rara tan poco por su honor que, al crear aquélla que debía ser su madre, no la preservase ele la mancha ele origen? ''La carne ele Jesucristo es carne ele María", dice San Agustín (1). Si María h\Ibiera siclo concebida en pecado, ¿no habría partici– pado Jesús de la ignominia ele su madre? ¿No habría podido el de– monio apostrofar a Jesucristo, diciéndole: "La carne de que estás revestido es carne de pecado; ha recibido la infiltración de mi ve– neno"? ¡Imposible! No puede imaginarse que el Hijo de Dios se sujeta– ra a la deshonra de nacer de una madre concebida- ,en pecado, pu. diendo haberla hecho inmaculada.' Y, que podía, ¿quién lo duela? ... Tenemos, pues, el argumento de Escoto: Potuit, dec,iit, ergo fecit: Pudo Dios hacer inmaculada a Ma– ría; convino que así lo hiciera; luego lo hizo. La piedad popular de nuestros antepasados expresó ingeniosa– mente este argumento teológico en los siguientes sencillos versos 1.-El texto literal del Santo Doctor es el siguiente: "Sicnt vera caro Mariae, vera caro Chrístí, quae inde suscepta est" (Salmo 362, N9 13). En otro lugar dice: "María de Adam, et Domini caro de María" (In Joannem, Tract. X, N 9 12).

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